La escuela pública, el procomún y el reto de la soberanía alimentaria
Emociona ver la centralidad que ha tomado la soberanía alimentaria tejiendo nodos fértiles, interacciones y compromisos con Ikastetxes públicas del Modelo D, con las Ikastolas, con euskaltegis y otros muchos espacios públicos, muchos de ellos del ámbito de la educación o las pequeñas municipalidades.
Uno de los ejemplos más vitales sin duda lo constituye la cita ya esperada de Errigora, un torbellino de empatía, simpatía, auzolan con tres pilares filosóficos que devienen en “trending topics”: #SoberaníaAlimentaria, #Euskera y cultura de #Auzolan. Errigora Euskarari puzka 2014 ha vuelto a arrasar con su alegría, empuje de voluntariado proactivo y compromiso práctico de más de 12.000 cestas adquiridas por familias y colectivos solidarios con el proyecto. Este proyecto enlaza pequeños productores, apoyo al euskera, consumo transformador. Cuenta con nuestro mayor respeto y simpatía.
En cierta medida se respira algo magnífico. El euskera, el monte, los alimentos del huerto son patrimonio común, la tierra, el agua, la salud y la educación son bienes comunes y nos concierte a todos defenderlas, mejorarlas, reinventarlas juntxs.
En este contexto, y pese a la sintonía favorable, qué más se puede pedir en el ámbito educativo, a las familias, a la sociedad civil y el ámbito público en términos de Soberanía Alimentaria. Cómo cultivar mejor este movimiento, cómo crecer juntos en la apuesta de las distintas soberanías que necesita cada persona, cada pueblo, toda sociedad sana. Entre todas ellas, la soberanía alimentaria es crucial, el derecho a decidir todo lo que rodea a la comida: qué cultivo, cómo reparto el alimento, cómo gestiono los beneficios de modo no especulativo, cómo elijo kilómetro cero y agroecológico procedente de productores comprometidos con la comunidad y el medio ambiente…
La soberanía alimentaria y el nexo con el mundo rural transita y da sentido a nuestras fiestas. Nos vestimos orgullosos de baserritarras (indumentaria campesina, del baserri o caserío), persiste el herri kirol (deporte rural basado en trabajos del baserri), celebramos en sociedades y frontones con ferias y manjares de la tierra. La soberanía alimentaria impregna nuestra música, nuestro imaginario colectivo de alegría y aspiraciones de libertad y crecimiento… Nos liamos la manta a la cabeza con almuerzos, comidas y cenas colectivas para homenajear, para captar fondos, para tantas cosas…
Un ejemplo claro y muy reciente son algunos de los carteles de matrícula 2015 al modelo D en Nafarroa promovidos por Sortzen. La educación como alimento, los frutos de la tierra evocando frescura y el nexo con lo más nuestro…
¿Por dónde mejorar en alegría, trabajo en red y coherencia? Está claro que mucho más allá del mensaje romántico o folcklórico nuestros baserritarras están en situación de terrible vulnerabilidad frente a los mercados caprichosos, las inclementes políticas de precios grandes superficies, la contaminación de transgénicos o el Tratado Trasatlántico de Libre Comercio EEUU-Europa conocido como TTIP.
Qué se puede hacer desde mi escuela, barrio o espacio de trabajo:
– Hacer presión para que la cesta familiar, eventos sociales, comedores escolares, comedores hospitalarios… apuesten fuerte por el consumo de alimentos locales, de temporada, a ser posible con garantía de mínimo o nulo consumo de alimentos kilométricos o de grandes cadenas de distribución.
– Generar espacios formativos y socializar buenas prácticas, exposiciones, documentales, guías didácticas. ¡En Elikaherria estamos agrupando muchos recursos! Concienciar respecto al impacto negativo de los alimentos kilométricos. Añadir ami biblioteca ejemplares de economía solidaria como el último libro de Esther Vivas, «El negocio de la comida».
– Comedores con la Soberanía Alimentaria. Aprendamos de experiencias cercanas como las escuelas que ya están implantando un modelo de comedor escolar sano, cercano y justo.
– Tejer alianzas directas con los distintos agentes y colectivos del movimiento de la soberanía alimentaria, productores, cooperativas de consumo, ayuntamientos para generar más y mejor economía, ecología y empoderamiento comunitario.
– Instalar huertos urbanos, escolares y en espacios sanitarios como terapia ocupacional, espacios de aprendizaje y encuentro y reocupación del espacio público…
– Compra transformadora y local: Comprar directamente al productor, asociarnos en grupos de consumo, acudir a tiendas y hostelería que apuesten claramente por el kilómetro cero y la agroecología. Favorecer a las empresas sociales y solidarias que construyen otra economía posible…
Nos jugamos mucho con la soberanía alimentaria más allá de algo tan práctico como generar nuestra propia comida sin intermediarios del ámbito de la especulación o la industria transgénica. Por salud, por alegría, por que haya más chimeneas humeantes en nuestros pueblos, el huerto bulla de sabores y olores y el monte y el bosque esté habitado como solía.
[Jaxin G. Viniegra | Elikaherria.eus]