Las mujeres baserritarras, tan esenciales como olvidadas
[Argia-n agertutako artikulua]
Si tuviéramos que representar a un granjero gobernando reses o conduciendo un tractor, seguramente nos imaginaríamos a un hombre adulto. Los baserritarras entrevistados para este reportaje, sin embargo, nos han demostrado que detrás de ese imaginario folclórico hay infinidad de formas de vivir del campo que no reciben ningún reconocimiento. Nos recuerdan que hay mujeres baserritarras que durante años han sido el sustento de los caseríos y han dado de comer a los ciudadanos, pero que los han dejado a la sombra de su marido, de su hijo, de su hermano o del hombre que sea. El 15 de octubre se celebra el día internacional de las mujeres rurales y destacan que, además de por lo que celebrar, tienen por lo que luchar.
Aunque la situación no ha dado un vuelco, los pasos dados en los derechos de las mujeres baserritarras pueden verse claros, y una de las razones es que en los años noventa las mujeres del sector primario empezaron a sarse y a alzar la voz. Intercambiaron lo que vivían en soledad y exigieron junto a los sindicatos que se les garantizaran los derechos mínimos. Hasta la década de los 90 una mujer no podía solicitar la titularidad compartida del caserío y aún en el año 2000 tenían barreras para darse de alta en la Seguridad Social. "Tenemos que tener en cuenta que la Ley de Igualdad se creó en 2007, no estamos hablando de la época de Franco", advierte Alazne Intxauspe Elola (Andoain-Iurreta, 1984), miembro del sindicato EHNE Bizkaia y de Etxaldeko Emakumeak.
¿Pero qué supone tener una titularidad compartida o cotizar a la Seguridad Social? "Aporta una personalidad de trabajador y es imprescindible para conseguir derechos. A eso van ligadas las subvenciones, el derecho a participar en las instituciones, etc. ", aclara Maite Aristegi Larrañaga (Bergara, 1962). EHNE, que ejerció como sindicato en los inicios de la lucha por los derechos fundamentales de las mujeres baserritarras, ha recordado que veían "situaciones muy duras". Por ejemplo, que las mujeres que trabajaban toda la vida en el caserío no tengan ningún derecho. Este fue uno de los principales motivos por los que las mujeres del caserío comenzaron a organizarse: "La ley era ya de por sí muy deficiente, claramente contraria a los derechos de las mujeres, pero la aplicación también era machista en la mayoría de los casos, los obstáculos eran enormes". Aristegi recuerda los casos más duros, entre ellos los de mujeres que si enviudaban o se separaban se quedaban sin ningún tipo de protección y derecho.
Las leyes, sin desarrollar
Aristegi reconoce que la situación ha mejorado un poco, pero Intxauspe mira críticamente el cambio. Según él, la ley de titularidad que se creó en 2011 no se ha desarrollado en absoluto y hay desconocimiento y falta de información tanto del personal del caserío como de la administración. El Estatuto de las Mujeres Baserritarras, que afecta a las mujeres de Araba, Bizkaia y Gipuzkoa, fue aprobado por unanimidad por el Parlamento en 2015 gracias a la lucha de las mujeres baserritarras de los últimos años, pero, según ha recordado Intxauspe, se ha quedado en el papel sin dar frutos. La misma idea recoge Leire Milikua Larramendi (Abadiño, 1985) en Lur gainean, itzal azpian, de la colección Lisipe. Mujeres agricultoras y participación en el libro: "La sensación generalizada es que no ha habido ni hay interés en trabajar, difundir y difundir el contenido de la ERM".
En el caso de Lapurdi, Baja Navarra y Zuberoa, tuvieron su primer estatuto en 1980, en el que se reconocía a las esposas de la finca como "pareja que participa en los trabajos". La igualdad de estatus de las parejas fue alcanzada en 2010 con la creación de la fórmula asociativa GAEC (Groupement agricole d 'exploitation en commun). Los organizadores de Lurrama han desvelado más datos significativos: las esposas laboristas tuvieron que esperar hasta 2008 para conseguir el mismo permiso de maternidad que los trabajadores del régimen general. Lurrama se celebrará del 10 al 12 de noviembre bajo el lema Esposas labradoras a la luz, con el objetivo de reconocer a las mujeres baserritarras y actuar sobre sus derechos.
Existen algunas limitaciones para que los derechos sean derechos, titularidad compartida, es necesario estar casado o ser pareja de hecho, por ejemplo. Intxauspe explica que nadie les ha aclarado si la titularidad compartida tiene ventajas y buscan nuevas vías para evitar dificultades: "Aquí la mayoría de las mujeres hemos empezado a crear sociedades civiles o a utilizar otras fórmulas más fáciles". Incide en otro problema que ha surgido en la cuestión de la titularidad: en ocasiones la mujer que es cotitular de una granja no trabaja en ella o tampoco tiene vinculación con el sector primario, pero aprovechan para obtener subvenciones, aunque las beneficiarias no son las mujeres que realmente se dedican al proyecto. Intxauspe ha destacado la necesidad de dar muchos pasos para desarrollar y regular la ley: "No se dan ayudas suficientes para permitir estas tramitaciones y para una mujer de 60 años hacerlo telemáticamente no es lo más fácil. Esa discriminación que históricamente ha existido todavía existe ".
Por lo tanto, las mujeres mayores siguen siendo las más afectadas y las que apenas reciben compensación por el trabajo realizado durante años. De hecho, otro de los inconvenientes de la ley anterior era que no tenía en cuenta los trabajos que normalmente realizaban las mujeres, como la transformación o venta de productos. En el citado libro, Milikua explica que la figura de las mujeres campesinas se coloca a la sombra de los hombres y como la de la "ayuda familiar": "La invisibilidad de estas mujeres y de su trabajo ha sido formal y normalizada". Es más, sea hombre o mujer lo que sea a cargo de huertas y animales, se considera o no aldeano. Haciendo el mismo trabajo, el reconocimiento es diferente. Aristegi ha explicado que este "bajísimo" respeto y reconocimiento hacia las mujeres del caserío no es sólo una cuestión de Euskal Herria. Según ha asegurado, la situación no es mejor en Europa, como ha visto en las reuniones con representantes de algunos países.
Uno de esos encuentros europeos fue la creación del concepto de soberanía alimentaria por parte de la coordinadora internacional de baserritarras Vía Campesina en los años 1990, a la que asistió Aristegi en representación de la ciudadanía vasca. La idea de soberanía alimentaria se ha convertido en fundamental para muchos baserritarras y vecinos de la actualidad, que aprovechan el 16 de octubre para recordar esta lucha cada año. Intxauspe aclara que este día es vital para Mujeres de Granja y elogia la labor de Vía Campesina, movimiento que está detrás de ella.
Auzolan, para no desbordarse
Para conocer de cerca la situación, nos hemos reunido en el caserío Etxeita de Garai (Bizkaia) con Etxaldeko Emakumeak, así como con un grupo de mujeres labradoras procedentes de Mozambique a través de Via Campesina. Han convocado un auzolan en Etxeita: "Este año hay mucha manzana y Anita, nuestra compañera, necesita ayuda para hacer zumo de manzana. ¿Te animas? ", anuncian. A pesar de que desde primera hora de la mañana llueve a cántaros, los organizadores han asegurado que el auzolan continúa: "Iremos más despacio, pero nos vamos". Ana de la Maza Llaguno (Algorta-Garai, 1991) es miembro del proyecto Conservas de Época, iniciado hace cuatro años, y tiene su primera vez en un auzolan; en anteriores ocasiones ha contado con la ayuda de allegados para aliviar sus deberes. Sin embargo, en octubre del año pasado el proyecto le desbordó: "Creo que fue por la falta de apoyo y reconocimiento que tenemos desde las administraciones y porque solo nosotros estamos luchando con todo. El año pasado me desbordé, el trabajo no acaba, estás trabajando desde mayo muy a tope... ". En ese momento acudió a las clases agrofeministas organizadas por EHNE, y aunque con dos niños le resultó difícil encontrar tiempo, "valió la pena". "El taller me movió mucho. Sentí apoyo, era la sala de vigilancia y de hablar ".
Desde entonces está enredada con Mujeres de Granja y mientras mira de reojo a una decena de personas que andan de auzolan para asegurarse de que no les cae el zumo de manzana, reitera que el cambio ha sido tremendo. "Ha sido una toma de fuerzas increíble; luchar y reflexionar juntos puede ser muy bonito. En la mayoría de los caseríos que tenemos en Euskal Herria el modelo es familiar y te metes en tus trabajos y al final estás solo, con la gente de siempre y con la de tu sector. Una vez enredado te das cuenta de que tenemos problemas casi iguales y piensas en tu propio proyecto pero a la vez global ". Tan global que incluso han venido desde Mozambique para conocer el proyecto de De la Maza, y aunque todo se le ha acumulado el mismo día y ha estado sin poder llegar, considera que iniciativas como la Nekazitik Nekazira, promovida por Via Campesina, son muy enriquecedoras.
Subraya que Vía Campesina es el único movimiento de esta envergadura que está organizado internacionalmente: "Ahora parece que los baserritarras somos los intérpretes de las viejas tradiciones y del folclore, los frikis. Pero somos los baserritarras los que hacemos la comida, ¡ese es nuestro trabajo! Necesitamos comida para sobrevivir, ¡es la base! ". Las Mujeres de la Granja tienen claro cuál es el modelo de esta base: agroecológica. "Será en lo pequeño y en lo agroecológico si el sector primario va a durar. Es decir, cuidar de la sociedad a través del cuidado de la tierra. Se dice que es un modelo infinito, un proceso de procesos, y que siempre busca mejoras para la tierra y la sociedad ". Intxauspe también se ha sumado a De la Maza y ha criticado que las administraciones impulsen el modelo industrial, desoyendo a quienes se dedican a la agroecología: "Para nosotros hay dos sueldos y quieren que con eso nos quedemos conformes. La reflexión a favor del modelo agrario es imprescindible. Olvida las carnes sintéticas y los tomates hidropónicos. Apostamos de verdad por un modelo sostenible y acordamos unos valores ", ha dicho.
Sea hombre o mujer quien se haga cargo de las huertas y de los animales, se considere o no campesino. Haciendo el mismo trabajo, el reconocimiento es diferente. Ambos han asegurado que las instituciones sólo ponen obstáculos y que lejos de facilitar el trabajo lo hacen más laborioso: "Yo creo que desde hace tiempo damos un mensaje claro de que nosotros creemos que sabemos por dónde hay que ir, pero como siempre decía Mixel Berhokoirigoin, el problema no es técnico, el problema es político". Han puesto sobre la mesa la necesidad de cambios de fondo, lo que supondría un cambio en la sociedad y en el propio sistema.
De la Maza detecta de cerca los cambios que ha experimentado el modelo agrario. Con sus estudios superiores se trasladó de la ciudad al campo hace diez años, a la familia de su pareja, nacida en el mismo caserío: "He visto cómo venían del modelo agroecológico cuando nacieron; ahora le ponemos palabra, pero antes la práctica ya era esa: su madre cultivando el campo tanto con trigo como con frutas y verduras, y un poco de animal". Recuerda que el modelo agroindustrial fue impulsado desde Europa en la década de 1990 y que los que funcionaban en la pequeña y a través de la venta directa eran tratados como "pobres, ignorantes y no profesionales".
Ahora, cuando le dicen a De la Maza que tiene que quemar hierbas con químicos, "porque siempre se ha hecho así", les pregunta cómo lo hacía su madre, que "desde siempre" es más reciente de lo que pensaba. Dice que hay que volver a conectar con las maneras de las abuelas porque el modelo industrial actual no es viable. Eso sí, con herramientas más modernas y electricidad para amargar el proceso. Pone como ejemplo el modelo de su caserío: "Hoy con las sobras que han quedado tras hacer zumo de manzana se alimentarán mis vacas durante unos días y voy a utilizar esa caca de vacas para la huerta; no genero residuos ni traigo fertilizantes no sé de dónde". Se cumple así el ciclo.
En su salto de la ciudad al caserío De la Maza sufrió las consecuencias del sector masculinizado, y afirma que todavía hoy hay diferencias. Desde el principio se dedicó a algunas tareas de la granja, pero debido a los roles de género le costó aceptar que la familia, por ejemplo, pudiera utilizar el tractor incluso siendo mujer. "Mi lucha en esta casa ha sido conseguir que yo también utilice esa maquinaria y que ellos pierdan el miedo, porque en su imaginario las mujeres somos más peligrosas en un tractor". La incorporación de la perspectiva feminista también en el sector primario es algo que las mujeres agricultoras organizadas consideran imprescindible, y viceversa, la integración del sector primario en el movimiento feminista. De la Maza matiza un punto importante que también desgrana en el libro Milikuak: "Somos baserritarras, pero también rurales". Ha denunciado que las mujeres rurales están "muy marginadas de las ciudades" como consecuencia de las políticas de las administraciones, dando el ejemplo de Garai: "Aquí no tenemos ningún servicio, no tenemos transporte público, ni médicos, ni tiendas, ni servicios de cuidado de niños, dependemos de las ciudades".
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