Las ayudas de la Política Agraria Común (PAC) de la Unión Europea, destinadas a apoyar la agricultura y la ganadería, están siendo criticadas por promover la concentración de tierras y beneficiar desproporcionadamente a los grandes agricultores, según un informe reciente de WWF. Esta organización ecologista denuncia que un 60% de los fondos se destinan a los grandes terratenientes, incentivando prácticas intensivas y dañinas para el medioambiente.
[Spanish Revolution]La concentración de riqueza y tierras
En su informe, WWF analiza las ayudas de la PAC para el periodo 2023-2027 y concluye que más de la mitad de los fondos, unos 32.000 millones de euros anuales, se asignan únicamente en función del tamaño de las explotaciones. Este sistema beneficia a los grandes agricultores y ganaderos, promoviendo la expansión de sus tierras y aumentando su número de cabezas de ganado, mientras que los pequeños y medianos agricultores quedan en desventaja.
Las ayudas directas basadas en la superficie de la explotación, principalmente provenientes del fondo FEAGA, incentivan un uso intensivo de los recursos y prácticas agrícolas tradicionales que dañan la biodiversidad. «El apoyo directo basado en el área de la granja incentiva el incremento de las cabezas de ganado y la expansión de los cultivos bajo la agricultura tradicional, dañando la biodiversidad y el medioambiente», señala el informe.
Este modelo de distribución de ayudas fomenta la concentración de tierras en manos de unos pocos grandes terratenientes, mientras que los pequeños agricultores y ganaderos se ven obligados a vender sus tierras. La PAC impone algunas medidas ambientales obligatorias, conocidas como BCAM, pero en los últimos meses la Unión Europea ha relajado estos requisitos debido a las protestas de marzo en varias grandes ciudades del continente.
Una política agraria inequitativa
Albert Massot, un exfuncionario de la Comisión de Agricultura del Parlamento Europeo, opina que el sistema actual de reparto por tamaño está obsoleto y genera desigualdades. «Es verdad que un modelo de hectáreas no premia los esfuerzos de sostenibilidad ni ayuda al pequeño agricultor, sino a la economía de escala. Solo un 3,6% de los empresarios agrícolas tienen el 52% de las tierras en Europa, por lo que su responsabilidad sobre el medioambiente siempre será mayor que la de los pequeños», explica.
La nueva PAC, que entró en vigor el año pasado, intentó corregir algunas de estas desigualdades introduciendo un mecanismo de redistribución que otorga más ayudas por las primeras hectáreas cultivadas para apoyar a los pequeños agricultores. No obstante, estos cambios aún son insuficientes. En España, por ejemplo, este mecanismo representa solo el 10,6% de las ayudas totales, aunque se ha establecido un límite máximo de 200.000 euros por empresa para evitar grandes desequilibrios.
A pesar de estas reformas, la PAC anterior, vigente entre 2014 y 2020, permitió que el 20% de los agricultores y ganaderos de la UE acapararan el 80% de las ayudas. Para incentivar la protección del medio ambiente, la nueva PAC también incluye pagos extraordinarios para quienes realizan prácticas ecológicas más allá de las obligatorias, conocidos como ecorregímenes, que representan el 25% del presupuesto.
Necesidad urgente de reforma
El informe de WWF subraya la necesidad de una reforma urgente de la PAC para hacerla más equitativa y sostenible. La política agraria actual comenzó a diseñarse en 2018, antes de que la Unión Europea lanzara sus ambiciosas iniciativas para frenar el cambio climático, como el Pacto Verde, la Estrategia de Biodiversidad y la Estrategia del Campo a la Mesa. Estas políticas ambientales, aunque bien intencionadas, han terminado chocando con los intereses de los agricultores, provocando un retraso considerable en la implementación de la PAC actual, que debía haber entrado en vigor en 2021 pero se retrasó dos años.
En 2024, la PAC representa un gasto del 31% del presupuesto de la Unión Europea, sumando 53.800 millones de euros destinados al campo. España, el segundo mayor receptor de fondos de la PAC después de Francia, se ve directamente afectada por esta política. El informe de WWF pone de manifiesto cómo los fondos de inversión acaparan el mercado agrícola español, beneficiándose de un sistema que favorece a los grandes en detrimento de los pequeños agricultores.
Desde la organización agraria UPA, que representa a los pequeños agricultores españoles, se muestra una visión más optimista, destacando los avances logrados en comparación con la PAC anterior. «Podemos discutir que la ayuda redistributiva sea solo del 10%, pero lo importante es que se ha introducido. Las ayudas basadas en la superficie tienen décadas de antigüedad y no podemos esperar que la PAC cambie radicalmente de un periodo a otro», comenta Javier Alejandre, técnico de la PAC en UPA.
Un futuro más sostenible
Es esencial que las políticas agrarias europeas se alineen con los objetivos de sostenibilidad y equidad, apoyando a los pequeños agricultores y promoviéndoles prácticas respetuosas con el medio ambiente. La redistribución de las ayudas y la implementación de ecorregímenes son pasos en la dirección correcta, pero aún queda mucho por hacer para corregir las desigualdades y garantizar un futuro sostenible para la agricultura europea.
El informe de WWF y las opiniones de expertos como Albert Massot subrayan la urgencia de una reforma profunda y significativa de la PAC. La Unión Europea debe asumir su responsabilidad y garantizar que las ayudas agrarias no solo beneficien a unos pocos grandes terratenientes, sino que también apoyen a los pequeños agricultores y promuevan prácticas agrícolas sostenibles que protejan nuestro medioambiente.