Los sindicatos LAB, ESK, STEILAS, EHNE, Hiru y el movimiento Etxalde han denunciado hoy frente a la sede de la Diputación de Gipuzkoa en Donostia la falta de medidas en el sector forestal que llevan a padecer una tasa "inaceptable" de accidentes laborales. Han reclamado, asimismo, el cambio del actual modelo de explotación forestal.
En los últimos años la silvicultura ha registrado altas tasas de mortalidad. Este sector es entre 10 y 15 veces más mortífero que la propia construcción a la vista de su plantilla (serán escasamente 1.000 trabajadores en Euskal Herria). Una de las razones fundamentales es la profunda precariedad existente en este sector; a modo de ejemplo, hasta 2018 en este sector muy pocos trabajadores estaban dados de alta en la CNAE correspondiente, pero tras una campaña de inspección el número de trabajadores dados de alta aumentó repentinamente de forma considerable. Esto no quiere decir que el número de trabajadores aumentara, sino que muchos de los trabajadores que trabajaban fueron dados de alta.
Es evidente que la actividad presenta riesgos inherentes, pero el modelo forestal, concretamente el forestal intensivo, los incrementa considerablemente. En Euskal Herria, este modelo se da sobre todo en la vertiente cantábrica, desde la posguerra (1940), por lo que es muy reciente en términos históricos. Las especies foráneas se modifican, crecen y salen en forma de matarrasas en ciclos cortos de tiempo. Las cortas a matarrasa son una técnica de aprovechamiento forestal que consiste en la tala de todos los árboles de una determinada área forestal, incluyendo aquellos que tienen poca calidad maderera, y la posterior quema de los residuos y restos de la tala.
Para ello se utiliza maquinaria pesada, y en el monte se abren pistas para poder sacar leña. Además, las intervenciones se realizan frecuentemente en pequeñas, raras y remotas zonas privadas, reduciendo las posibilidades de llevar una adecuada planificación de trabajo.
En las últimas décadas ha fracasado desde el punto de vista económico, ya que ha dilapidado millones de euros públicos en subvenciones por el camino, mientras que desde el punto de vista de la biodiversidad ha transformado nuestras tierras de montaña, ha sesgado masivamente sus bosques y especies y, asimismo, los matarrasas y la transformación del hábitat han atacado gravemente a la fauna autóctona. Y más aún desde el punto de vista de la salud laboral. De hecho, cuando la explotación intensiva del bosque debería realizarse en llanura o en terrenos lisos, al traer estas técnicas a nuestros terrenos escabrosos el factor de riesgo alcanza límites inaceptables.
La falta de viabilidad económica hace que las horas de trabajo se realicen de forma masiva (7:00-19:00) y también los sábados; por la misma razón se utiliza maquinaria vieja e inadecuada en los grandes declives y los ritmos de trabajo son muy altos debido al escaso valor del material explotado. Las medidas preventivas no se aplican, los trabajadores trabajan de forma aislada, no hay recursos preventivos, la falta de formación es evidente y, en general, no se respeta la normativa laboral. Estos factores, que se suman a los riesgos inherentes al trabajo, son los causantes de la alta siniestralidad.
Hay que cambiar el modelo forestal
Las organizaciones convocantes de la concentración han hecho un llamamiento a la Diputación Foral de Gipuzkoa y a las Juntas Generales para que modifiquen las normas forales de montes, en defensa de una silvicultura sostenible y contra el modelo intensivo, que garantice la viabilidad económica, la biodiversidad, y con ello la salud laboral y las condiciones laborales.
Hasta que estas políticas forestales se modifiquen y se hagan efectivas, proponen: