Las inquietudes generadas por el proyecto del vivero de atún, a debate en Getaria
- 2024 - Nov - 30
El centro tecnológico AZTI y la empresa catalana Balfego han comenzado a realizar unas pruebas frente a Getaria. Quieren ver la viabilidad que pueden tener los viveros de atún rojo en el Cantábrico. Los resultados se publicarán el próximo año, pero el proyecto ha generado una gran preocupación.
[naiz:]Según informaron en rueda de prensa a finales de septiembre, el centro tecnológico AZTI y la empresa catalana Balfego tienen previsto desarrollar un proyecto de acuicultura para el engorde del atún rojo -conocido como Thunnus thynnus, atún rojo o cimarrón- frente a Getaria, a 3,688 millas náuticas. Este invierno y el próximo verano se realizarán diferentes pruebas para ver si el proyecto es viable o no, y se espera que los resultados se publiquen a finales del próximo año.
Desde AZTI aseguran que en la actualidad gran parte de la cuota de pesca del atún rojo de los pescadores vascos se vende a otras regiones del Estado español, ya que la del Cantábrico ofrece una "baja rentabilidad" debido a que "el tamaño de los ejemplares capturados es menor" y "las condiciones meteorológicas dificultan su captura con las técnicas habituales". El proyecto se ha puesto en marcha con el objetivo de "revertir" esta situación y "recuperar la pesca del atún rojo".
La iniciativa, sin embargo, ha generado preocupación entre mucha gente, tanto desde el punto de vista económico en diversos agentes del sector pesquero, como entre personas y asociaciones que consideran que el proyecto puede ser perjudicial desde el punto de vista medioambiental. Ante esta preocupación, la revista Artzape de Getaria organizó el 14 de noviembre una interesante mesa redonda bajo el título "¿Adónde nos lleva el vivero de cimarrones de Getaria?".
Estuvieron presentes Lorea Flores, coordinadora de Greenpeace en el País Vasco; Leo Belaustegi, miembro de la Asociación Ondarru 12 Milia y ex pescador; Leandro Azkue, director de Pesca y Acuicultura de Lakua; y Tomás Otamendi, presidente de la Asociación de Amarradores Malkorbe y pescador deportivo. La moderación corrió a cargo de Mirene Begiristain, doctora en economía y experta en agroeconomía.
Cambio de técnica
Otamendi fue el primero en tomar la palabra y su principal preocupación recae en el técnico de pesca. Los pescadores vascos faenan atún con la técnica denominada "cebo vivo", uno a uno con caña. Es una técnica característica de la costa vasca y probablemente la más selectiva y sostenible que existe. El proyecto en prueba, sin embargo, contempla la captura de atún rojo a través de redes de cerco para que pueda ser trasladado vivo a jaulas.
"No me parece bien que se utilicen los cupos que corresponden a nuestra pesca artesanal, unos derechos históricos que están sujetos a un tipo de pesca tradicional, para capturarlos con red y meterlos en una jaula. Si lo hacemos, ya hemos dado la espalda a la pesca sostenible y selectiva de la que tanto hemos hablado, a la que nosotros siempre hemos hecho aquí. No me entra en la cabeza cómo se puede dejar nuestra cuota para pillarla por red", criticó el getariarra.
"Para engordar, para que cojan grasa, dicen que es. ¿Pero quién nos dice que de aquí a diez años no se va a decidir a vender porque ya tienen suficiente grasa? A mí eso no me entra en la cabeza. Si se pueden cambiar algunos derechos históricos que provienen de una pesca artesanal para hacer pesca industrial, como se hace en el Mediterráneo, eso es la administración, la legislación y el lobby del atún, porque todos van de la mano", aseveró.
Y junto a ello, Otamendi puso sobre la mesa otra preocupación: ¿De dónde saldrá el pescado necesario para engordar el atún? "Industrialmente alguien va a tener que pescar cada vez más pescado en algún sitio. Aquí no, porque el pescado de aquí va a ser caro para echarlo ahí. Habrá que pillarlo rápido y barato. Si recurrimos a esto, estaremos en sintonía con los pelágicos que siempre hemos criticado".
Lorea Flores, representante de Greenpeace, también se sumó a esta idea. «En muchas ocasiones los peces que se pescan en otros países se utilizan para alimentar a estos peces: en África, Sudamérica... Esto se traduce en violaciones de los derechos humanos. A sus habitantes les privamos de sus recursos, su calidad de vida disminuye drásticamente, lo que les obliga a emigrar. La consecuencia de esto es que los pescadores que tenemos en nuestros pesqueros proceden de esos países, porque no encuentran manera de vivir en sus países".
Leandro Azkue, representante de Lakua, dijo que no, que los atunes se alimentarán mayoritariamente con peces autóctonos. "Hasta donde yo sé, se alimentarán esos atunes rojos, por ejemplo, con la sardina que se vendió esta semana o la anterior en Getaria y Ondarroa por 20 céntimos. Con esa sardina que el ser humano no come. No hay que traerlos de lejos. Son algunas especies que se pescan aquí -sardinas, chicharros, verdel, macaelas... -, que nosotros no comemos, y que tenemos que congelar para buscar otros mercados y sacar provecho. Con estos peces se alimentarán los atunes».
Leo Belaustegi se mostró muy crítico ante esta actitud. "Yo no sé cómo puede decir eso un responsable del Gobierno. En los comedores de nuestras escuelas, miles de niños comen cada día, o dos o tres veces por semana, pescado que viene de todos los océanos. Nadie sabe de qué calidad. ¿Y el verdel que pescamos nosotros, el chicharro, la sardina... los usaremos para engordar el atún? ¿Y eso lo ve nuestra Administración como una solución? ¿No seremos capaces de dar de comer pescado de aquí a los niños que están en nuestros comedores? Siendo, además, un pez de tan buena calidad. ¿Cómo tiene el Gobierno esa voluntad, o ese objetivo?", se preguntó.
Área económica
La otra preocupación que afloró en más de una ocasión a lo largo de la tertulia giró en torno a esa propiedad público-privada del proyecto. El primero en expresarse fue el propio Leo Belaustegi.
"En los últimos años estoy viendo una situación cada vez peor en nuestros puertos. Cada vez menos pescadores. ¿Y si no hemos capturado ese pez, debemos dar a un criadero la oportunidad de capturarlo y meterlo en él para que éste pueda sacar provecho de él? Yo me opongo; pero, de hacerlo, ¿no somos nosotros capaces de hacerlo sin necesidad de Balfego? ¿A través de nuestras cofradías y federaciones no somos capaces de llevar a cabo esta labor? ¿Por qué tenemos que darle la cuota íntegra a Balfego?», preguntó el ondarrés.
"Hasta ahora hemos sido los más hábiles del mundo pescando, comiendo y dando de comer. ¿Debemos permitir a Balfego capturar ese pescado a través de las redes de cerco y hacer él mismo el negocio? ¿Habrá que pescar mucho pescado para eso, y todo eso se lo vamos a dejar a Balfego? ¿De quién ha sido la idea?", añadió, muy crítico con el hecho de que a los pequeños barcos no se les hayan ofrecido cuotas.
Leandro Azkue le respondió explicando el origen del proyecto y los pasos que va a dar: «Hasta ahora, los pescadores de aquí han venido vendiendo la cuota de atún rojo a dos grandes empresas mediterráneas dedicadas a engrasar y también a un grupo de almadrabas. Son tres empresas las que compran nuestra cuota de atún rojo. Uno lo compra para pescar mediante el sistema de almadraba y los otros dos para engrosar y engrasar el atún rojo. En vista de ello, y hablando con ellos, nos pusimos en contacto con la empresa Balfego y nos dijeron que estaban preparados para realizar una prueba. Para engordar en el Cantábrico una parte de la cuota de los pescadores vascos. En lugar de hacerlo en Catalunya, hacerlo aquí. A nosotros nos pareció bien y les pusimos una condición: la mitad de la propiedad de la entidad que creamos para hacer la prueba será de AZTI. Al fin y al cabo, nuestros científicos y nuestros técnicos deben estar presentes. Ellos analizarán si el atún rojo engorda bien, qué grasa coge, si tiene futuro económico... Para ello se ha creado una empresa, Itsas Balfego, donde la mitad es de Balfego y la otra mitad de AZTI».
«¿Por qué Balfego?», planteó el propio Azkue. "Pues porque es lo que más confianza nos da de esas dos empresas que se dedican a engrasar. Las cosas se están haciendo muy bien en el lado catalán. Tanto en espesamiento como en engrase trabaja con una gran sostenibilidad y también comercialmente. En el mercado es muy conocido el atún que ellos venden y pensábamos que sería un buen compañero de viaje si esta prueba sale bien».
A petición del público en el turno de preguntas, Leandro explicó también el presupuesto de la fase de pruebas que se ha puesto en marcha: "La inversión será de aproximadamente 2.200.000 euros. La mayor parte es para comprar las dos jaulas. Una será la que se sumerge, se puede sumergir unos 20 metros sobre el nivel del mar para proteger a los atunes cuando hay mala mar. Y el otro normal. Estas dos jaulas costarán entre un millón y 1,5 millones de euros. El resto es para alquilar barcos, remolcadores para mover jaulas, barcos para pescar atunes... También los submarinistas y buzos necesarios para introducir los peces en la jaula. La subvención europea será del 70-75%».
Según el director de Pesca de Lakua, si la prueba sale bien, AZTI transferirá el 50% de la propiedad de la empresa Itsas Balfego a los pescadores vascos. "La idea es que si esta prueba piloto sale bien y el proyecto sigue adelante, AZTI deje en manos de nuestros pescadores la mitad de la propiedad que tiene. Y serán nuestros pescadores, no sólo los que pesquen atún, parte también de esa empresa que engrasa. Exactamente la mitad. Ellos pondrán el atún y, si esa empresa tiene beneficios, ellos tomarán su parte. Ese es el fondo de este proyecto".
La explicación no satisfizo del todo a Belaustegi, que terminó su concertación con esta última reflexión. "La explotación de nuestros mares está en manos privadas. Hay muchos tiburones en nuestros puertos. No ven el futuro de los peces, ven el pescado como dinero, el euro. Y ante eso tenemos que tener en cuenta que el pescado que hay en el mar es de todos, de todos los que estamos aquí, y también de los que no han venido. Los pescadores intentamos sacar ese pescado para dar de comer a nuestra sociedad, así debe ser. Pero no podemos consentir que vengan algunos avariciosos y se adueñen de todo ese pescado nuestro, de toda esa alimentación nuestra. Cuidado con lo que están haciendo. El poder de pescar debe ser público, de todos, decidido por todos. No podemos permitir privatizaciones en la pesca".
Impacto ecológico
Desde el punto de vista ecológico, fue Lorea Flores quien enumeró los problemas y riesgos del modelo de acuicultura en alta mar, más aún "en plena situación de emergencia climática y pérdida de biodiversidad". "La ciencia dice que necesitamos ecosistemas sanos y biodiversidad equilibrada. Tomando esto como contexto, la acuicultura, especialmente en el caso de especies carnívoras como el atún rojo, carece de sentido por todos los impactos que genera en el medio ambiente", adelantó. El representante de Greenpeace comparó estos viveros con las "macrogranjas" o macrogranjas terrestres y citó tres o cuatro problemas principales.
"Como ha comentado Tomás, el problema de un vivero de estas características es la sobreexplotación. Para que un atún rojo coja un kilo se necesitan otros 20 kilos de pescado. Hay que pescar otras especies que se encuentran en la zona para engordar este atún rojo. Ahí surge un problema con la alimentación humana y se puede producir una sobreexplotación", denunció.
Por otro lado, señaló que "también hay una contaminación química". "Estos peces están apilados en esas jaulas a una densidad enorme. Así que es fácil si entra un virus o una bacteria pasar de un pescado a otro y tener malas consecuencias. Para ello es necesario eliminar diversos componentes químicos para combatir estos virus y bacterias, transformando las condiciones bioquímicas de la zona. Esto tiene un efecto en la salud humana. Cada vez se utilizan más antibióticos en este tipo de infraestructuras y la Organización Mundial de la Salud está viendo como un gran riesgo las resistencias a los antibióticos que cada vez están surgiendo más".
Y también se puede crear "un estado de eutrofización, una acumulación de nutrientes". "A los peces que están ahí se les da comida en grandes cantidades, hay sobrantes, estos van a los fondos, también los excrementos de todos esos peces, transformando de nuevo el estado natural del mar. Esto afecta directamente a la biodiversidad. En Chile se han realizado diversos estudios sobre este tipo de infraestructuras y se ha observado que en torno a estas infraestructuras de acuicultura se produce una pérdida media del 50% de la biodiversidad. Y no sólo eso, también puede alterar los comportamientos de los depredadores de la zona, porque cuando se acumula un montón de forrajes en ese lugar los peces y aves de la zona tienden a rodearlos porque saben que van a tener comida sin esfuerzo".
Leandro Azkue quiso refutar algunas de estas alusiones, aunque muchos temas quedaron en el aire. "¿Excrementos? Esto no es algo que se vaya a hacer en una piscina. Aquí tenemos a nuestro lado el Orrua, que muchos conocemos, pero esta no será la acuicultura que se haga en un lugar cerrado. Se trata de una acuicultura que se realizará en alta mar. Y los que sabéis un poco del mar ya sabéis que con el movimiento que suele haber ahí los excrementos no se van a acumular. La corriente del mar lo dispersará todo; todo, o al menos mucho».
Lorea reconoció que el proyecto contempla "varios mecanismos de compensación", que habrá una "auditoría", pero que no se fía de la supervisión de la misma. "¿Quién asegura que eso se va a cumplir íntegramente? Las macrogranjas terrestres también cuentan con este tipo de mecanismos de compensación, pero al menos en Navarra es evidente que estos mecanismos no sirven para nada porque la contaminación está presente en todas partes».
Conclusiones finales
A modo de conclusión, Leandro Azkue insistió en que aún están en periodo de pruebas y que no conviene adelantar acontecimientos porque, a su juicio, existen dudas en su viabilidad. «En el Mediterráneo hay una agregación de atún que aprovechan los barcos locales para pescar con la red. El atún rojo o cimarrón que tenemos aquí viene a comer al Cantábrico y se mueve mucho. Se mueve enormemente para buscar su comida diaria. El año que viene veremos el resultado, pero yo personalmente dudo sobre eso: si seremos capaces de pescar ese atún rojo. Y luego vendrá la segunda clave; a ver cuánto engorda con la temperatura del mar de aquí, qué nivel de grasa adquiere. Para eso está AZTI metido de lleno en esta nueva empresa. Los resultados de AZTI serán públicos; a finales de otoño del próximo año, en torno a diciembre, publicaremos estos datos. Todos sabremos lo que ha dado de sí esa prueba, las posibilidades que hay, y a partir de ahí vendrá la hora de tomar decisiones".
Lorea Flores le tomó la palabra, haciendo una clara petición. "Si lo que tenemos entre manos es una prueba y hay que analizar varias cosas, estaría bien hacer un estudio honesto de esos impactos ambientales que has negado. Ha comentado que no se va a producir contaminación química, pero yo tengo serias dudas, entre otras cosas, porque en el propio proyecto se menciona una serie de medidas para medir y evitar estos impactos. No se comentarían este tipo de medidas si no hubiera ningún riesgo. Los riesgos de contaminación química y eutrofización son reales, en la medida en que se trata de una prueba es necesario tenerlos en cuenta y abandonar el proyecto en caso de detectarse algún impacto. Porque en el mundo hay evidencias de que este tipo de proyectos no son sostenibles desde el punto de vista natural".
Azkue repitió que la decisión final será de los pescadores. "Esta cuota es una cuota generada por nuestros pescadores, que serán quienes decidan cómo sacar el máximo partido de esa cuota. Hoy en día está visto que el engrase del atún rojo es el que más beneficios aporta. Y si nuestros pescadores quieren, nosotros, como Gobierno, apoyaremos el proyecto. Si una vez hechas las pruebas ellos deciden que no, que no quieren, la prueba se queda ahí. Seguirán vendiendo o pescando esa cuota tal y como les permite la ley". Habrá que seguir de cerca el proceso.