Alianza entre agricultura y ganadería: «No somos clientes y proveedores, somos cómplices» [15 #Etxalde]
«Nos han dicho que la ganadería es una cosa y la agricultura otra. Que cada uno tiene que andar por su cuenta. Nosotros no pensamos así»
«El resultado es que todos estamos ganando, en un proceso ecológico y de cercanía y con capacidad de decisión»
Xabier Alcántara, Mila Madinabeitia y Berta Alfonso forman la cooperativa Ugala, en Zaballa de Losa, Burgos, donde tienen un rebaño de cien cabras y elaboran queso. Llegaron al pueblo sin nada y empezaron de cero en 1992 con oveja Latxa. Xabier recuerda aquellos primeros años, «cuando empiezas siempre tienes un montón de problemas, pero a nosotros el que más nos hizo sufrir fue el que menos te imaginas: el lobo. Era un no vivir. Aparte de los ataques, estábamos siempre pendientes, era un no vivir. Nos mató muchas ovejas y estabas cualquier noche por ahí buscando bandas… era un horror». Por eso decidieron pasar a las cabras e «intensificar un poquito la producción». Así, las cabras pasan la noche en el establo y se aprovecha el entorno del pueblo, «porque en verano esto se seca y las ovejas acaban queriendo ir a la sierra, pero las cabras se habituan muy bien al entorno del pueblo». Con menos cabezas y consiguiendo un poco más de tierra en el mismo pueblo han subido un poquito la producción, «hacer lo mismo con ovejas hubiese supuesto meter una oveja foránea, que no era nuestro plan. Y además ponte a vender un queso de Assaf aquí». La idea de un pienso lo más cercano posible les rondaba en la cabeza desde hace tiempo, «pero hablabas con la gente y te miraban como un bicho raro», explica Mila. Anteriormente ya hacían su propia mezcla en casa con habas, guisantes y demás. El pienso convencional no les convencía en absoluto y el pienso ecológico se les escapaba en cuanto a precio. Mónica García y Ramón Roa son agricultores de Salcedo, Araba, a 30 kilómetros de Zaballa de Losa. Cuando el padre de Ramón se jubiló ellos ya hacían huerta en la propia explotación. «Mi padre llevaba un montón de tierras arrendadas, como cualquier agricultor de ahora», comenta Ramón. Ellos, sin embargo, decidieron desprenderse de las tierras arrendadas y ahora llevan 12 de las 20 hectáreas de la familia, «había que hacer un plan, saber lo que íbamos a hacer, porque desde mi experiencia veo que se coge mucha tierra sin tener claro lo que se va a hacer en ella»
VISITA A OTRA EXPERIENCIA
La cuestión es que se encontraron en una situación en la que Ramón y Mónica disponían de tierra y al mismo tiempo conocían el deseo de la cooperativa Ugala para adquirir pienso de forma directa. Las piezas encajaban. A partir de ese momento se pusieron a ver qué se puede sembrar en las tierras y qué necesidades tienen las cabras, remarcando que «tiene que encajar con nuestro estilo, haciendo la menor inversión posible. Tampoco nos planteamos en ningún momento moler el grano». Antes de empezar visitaron una experiencia similar en Barcina de los Montes, Burgos, donde tienen ovejas y se hacen su propio pienso. «También había que convencer a mis padres», comenta Ramón, «porque venían del convencional y nosotros hacíamos ecológico, que es otro punto, y había que ver una experiencia que no fuesen cuatro hippies». Partiendo de esa experiencia dieron el paso y empezaron a cultivar siete hectáreas mezclando con cereal tres leguminosas tradicionales como yero, beza y titaro, con lo que no hay soja de por medio. Lo cosechan todo junto y lo llevan a un silo que hicieron junto a la cuadra. Se trata de un silo tipo zanja, porque no tenían la posibilidad de transportar el cereal con un camión con sinfín. El hecho de hacer un obra de este tipo es muestra de la voluntad de ambas partes para mantener el proyecto, «porque estás dispuesto a perder una comodidad porque crees en el proyecto». Este tipo de comodidades o hábitos, como que al ganadero le traigan las toneladas que quiere el día que quiere, o que al agricultor le lleven la cosecha y se despreocupe de lo demás, son algunas de las causas que a su entender frenan que haya más iniciativas como la suya.
LA CUARTA COSECHA
La de este año va a ser la cuarta cosecha. La del primer año resultó muy buena, alcanzando una producción de 22 toneladas de mucha proteína. El segundo año, sin embargo, se cosecharon 4.000 kilos menos y de menor energía. «Dependemos del tiempo», recuerda Xabier, por lo que se ven en la obligación de estar pendientes para ir buscando soluciones sobre la marcha. Explican que quizá lo más fácil sea sembrar y dar de comer a las cabras, siendo lo difícil todo lo que hay en medio, «porque puede ser que un año no llueva lo suficiente y que la cosecha vaya escasa de proteína. Entonces hay que ver cómo se hace para corregir eso. Se trata de buscar una forma de ir corrigiendo errores de manera continua. Entonces entran las relaciones personales y el día a día». Destacan que estos pequeños proyectos se pueden llevar a cabo, pero exigen un alto grado de compromiso. «Ese compromiso se basa, por ejemplo, en que si cualquier día les ofrecen un precio mejor tú lo rechaces y sigas manteniendo el compromiso ».
GRAN DISTANCIA
Ven una distancia muy grande entre agricultores y ganaderos, «nos han dicho que la ganadería es una cosa y la agricultura otra. Que cada uno tiene que andar por su cuenta. Nosotros no pensamos así, pensamos que hay que intentar juntarnos para salir todos ganando». Citan como ejemplo un pensamiento que se repite en numerosas ocasiones: cuando al agricultor le va bien al ganadero le va mal y que cuando al ganadero le va bien al agricultor le va mal. Esta visión debería sustituirse, según sus palabras, con pensar que «es mejor que a todos nos vaya bien. No a unos muy bien y a otros muy mal. Sino que a todos bien y así salimos todos para adelante».
VERLO TODO «COMO UN TODO»
Existen otras iniciativas similares, «no hemos inventado nada», subrayan, aunque sí que hechan en falta más proyectos de este tipo para no repetir errores y poder compartir la experiencia acumulada. De momento están contentos y siguen haciendo planes, de hecho comparten una parcela con frutales. Destacan que no todo es fácil, que el día a día plantea pequeños problemas que pueden convertirse en grandes, pero que a través del compromiso y la complicidad se logra ir hacia adelante: «quizás la clave de este proceso es que lo vemos como un todo. Sí que hay dos partes diferenciadas, pero los ganaderos ven el cultivo como parte suya y los agricultores ven el ganado como parte suya. No somos clientes y proveedores, somos cómplices». El resultado es que Xabi, Mila y Berta tienen un pienso ecológico más barato (a 0,27 euros/kilo) de lo que estaban comprando en convencional y que Mónica y Ramón están sacando más dinero neto de lo que se saca en las mismas hectáreas en convencional. «El resultado es que todos estamos ganando, en un proceso ecológico y de cercanía y con capacidad de decisión».
[Noticia de portada en #Etxalde 15, páginas 8, 9 y 10]