Conflicto Palestino-Israelí: la ocupación continúa, el boicot se extiende
[Enric Gonyalons. Compañero de Mundubat, desde Palestina]
Una vez más, una nueva escalada de tensión y un agravamiento del conflicto armado entre Palestina e Israel vuelven a poner de actualidad esta confrontación interminable. Una vez más, cabe volver al trasfondo de esta situación, que va mucho más allá de la explicación cortoplacista que interpreta la coyuntura actual como una consecuencia directa del secuestro y asesinato de tres jóvenes israelís en la Palestina ocupada.
En este sentido, la Operación Margen Protector puesta en marcha por el ejército israelí no es más que una nueva expresión de la violencia que se desprende cuando un estado, Israel, ocupa militarmente otro estado, Palestina. Desgraciadamente para la población palestina, esta ocupación va acompañada de la colonización de Cisjordania, a través de la construcción de cientos de colonias ilegales; la apropiación de Jerusalén Este, reconocida internacionalmente como la capital de Palestina; la construcción del “muro de la vergüenza”, declarado ilegal por parte de la Corte Internacional de Justicia; y la creación de un gueto de población palestina en la Franja de Gaza, que evoca al gueto de Varsovia.
Todo ello se sostiene bajo la implantación de un régimen político, que alardea de ser la única democracia de Oriente Medio, cuando en realidad practica un sistema de apartheid, el cual es considerado un crimen de lesa humanidad. Así pues, y por poner algunos ejemplos clarificadores, dentro del estado “democrático” de Israel, la población de origen palestino con ciudadanía israelí no puede comprar tierras, a los palestinos de Jerusalén solo se les otorga el permiso de residencia, la población palestina de Cisjordania está sujeta a la jurisdicción militar mientras que los colonos israelís lo están a la civil, y a los refugiados palestinos se les deniega el derecho a retorno al mismo tiempo que Israel promueve que la población judía de todo el mundo, aunque no tengan vínculos con Israel, se mude a Israel y adquiera la ciudadanía. Aparte, cabe recordar la división de Cisjordania ocupada en zonas A, B y C, estando solamente la zona A bajo control pleno de la Autoridad Nacional Palestina, es decir, un 18% del territorio, conformado básicamente por las ciudades palestinas y sus alrededores, lo que tristemente rememora los bantustanes sudafricanos. No en vano, algunos de los máximos exponentes de la lucha contra el apartheid sudafricano, es decir, aquellos cuyas palabras tienen mayor legitimidad y conocimiento de causa, como son Nelson Mandela y Desmond Tutu, han catalogado a Israel como un régimen de apartheid. También intelectuales como Noam Chomsky se posicionan en la misma línea, e incluso un informe del año 2007 del Relator Especial de Naciones Unidas para los Territorios Palestinos Ocupados, John Dugard, compara la política de segregación israelí con la del apartheid sudafricano.
En cuanto a las supuestas negociaciones de paz entre palestinos e israelís, se ha venido acumulando un fracaso tras otro. Tras más de 65 años de conflicto, no se ha alcanzado un acuerdo de paz final, y cada vez parece más evidente que Israel no tiene un interés real en pactar una solución justa y digna para el pueblo palestino e israelí. Las principales razones que explican este posicionamiento son: por un lado, porque la ocupación de Cisjordania es económicamente muy rentable para Israel, y por otro lado, porque la perpetuación de un estado de alerta continuo mantiene unida a la población judía israelí, lo que a su vez evita que surjan confrontaciones internas en el seno de la propia sociedad israelí, una sociedad muy estratificada en función del origen y muy fragmentada entre judíos laicos y religiosos. En este sentido, otro aspecto a destacar, es que la Organización para Liberación de Palestina ha reconocido a Israel como estado bajo las fronteras anteriores a 1967, mientras que Israel, es uno de los nueve países en el mundo que no han reconocido a Palestina como estado. Asimismo, el incumplimiento sistemático por parte de Israel de los Acuerdos de Oslo y la construcción de colonias ilegales en Cisjordania, incluso durante las conversaciones de paz. Igualmente, cabe recordar la iniciativa de la paz árabe del año 2002, renovada en el 2014, que plantea un reconocimiento explícito de Israel, según fronteras reconocidas internacionalmente, por parte de todos los países que conforman la Liga Árabe y que Israel rechaza.
Llegado a este punto, y también teniendo en cuenta los múltiples fracasos de la diplomacia internacional, se plantea la siguiente cuestión: ¿Cómo presionar a Israel para acabar con la ocupación de Palestina, permitir la vuelta de la población refugiada y desmantelar este régimen de apartheid?
En el año 2005, ante la situación descrita, 171 organizaciones de la sociedad civil palestina hicieron un llamamiento para la puesta en marcha de una campaña de Boicot, Desinversiones y Sanciones (BDS) a Israel para que respete los derechos humanos y el derecho internacional humanitario. Esta campaña, que emula en sus principios a la campaña internacional de boicot contra la Sudáfrica del apartheid, cada vez tiene más simpatías y adhesiones (partidos políticos, sindicados, universidades, bancos, empresas, intelectuales, artistas, particulares, etc.). La campaña aboga por el boicot institucional, económico, académico, cultural y deportivo al estado de Israel, así como la aplicación de sanciones y desinversiones de aquellas empresas extranjeras e israelís que participan o se lucran de la ocupación.
Actualmente, la campaña del BDS está creciendo exponencialmente y adquiriendo mayor repercusión, al tiempo que el gobierno de Israel se muestra temeroso, y para contrarrestarla, la Knesset (Parlamento de Israel) ha aprobado un gran número de medidas para combatirla y mejorar su imagen exterior.
El camino ha comenzado y no hay vuelta atrás. Ayer Sudáfrica, hoy Palestina.
Enric. 17/07/2014. Palestina.
Nota de Mundubat:
«Desde Mundubat, estos días estamos participando en distintas reuniones, acciones de boicot a Israel y manifestaciones que se van/vamos convocando…
¡Es un momento muy importante, para, desde todos los frentes, mostrar nuestra solidaridad con Palestina; y combatir la indiferencia y el “mirar para otro lado” de nuestros Gobiernos e Instituciones!.
Te animamos a participar en las diferentes iniciativas de Solidaridad con el Pueblo Palestino que consideres oportuno!.
Palestina vencerá!.»
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Nota de Elikaherria: el texto del compañero Enric nos trae a la memoria una misiva apócrifa supuestamente dirigida por Nelson Mandela a Thomas Friedman (columnista del New York Times) sobre el intolerable apartheid de Palestina que vale la pena releer por su enorme vigencia. Ver carta supuesta de Mandela sobre Palestina.
GAZA
Por Eduardo Galeano (2012)
Para justificarse, el terrorismo de Estado fabrica terroristas: siembra odio y cosecha coartadas. Todo indica que esta carnicería de Gaza, que según sus autores quiere acabar con los terroristas, logrará multiplicarlos.
Desde 1948, los palestinos viven condenados a humillación perpetua. No pueden ni respirar sin permiso. Han perdido su patria, sus tierras, su agua, su libertad, su todo. Ni siquiera tienen derecho a elegir sus gobernantes. Cuando votan a quien no deben votar, son castigados. Gaza está siendo castigada. Se convirtió en una ratonera sin salida, desde que Hamas ganó limpiamente las elecciones en el año 2006. Algo parecido había ocurrido en 1932, cuando el Partido Comunista triunfó en las elecciones de El Salvador. Bañados en sangre, los salvadoreños expiaron su mala conducta y desde entonces vivieron sometidos a dictaduras militares. La democracia es un lujo que no todos merecen.
Son hijos de la impotencia los cohetes caseros que los militantes de Hamas, acorralados en Gaza, disparan con chambona puntería sobre las tierras que habían sido palestinas y que la ocupación israelí usurpó. Y la desesperación, a la orilla de la locura suicida, es la
madre de las bravatas que niegan el derecho a la existencia de Israel, gritos sin ninguna eficacia, mientras la muy eficaz guerra de exterminio está negando, desde hace años, el derecho a la existencia de Palestina. Ya poca Palestina queda. Paso a paso, Israel la está borrando del mapa.
Los colonos invaden, y tras ellos los soldados van corrigiendo la frontera. Las balas sacralizan el despojo, en legítima defensa. No hay guerra agresiva que no diga ser guerra defensiva. Hitler invadió Polonia para evitar que Polonia invadiera Alemania. Bush invadió Irak para evitar que Irak invadiera el mundo. En cada una de sus guerras defensivas, Israel se ha tragado otro pedazo de Palestina, y los almuerzos siguen. La devoración se justifica por los títulos de propiedad que la Biblia otorgó, por los dos mil años de persecución que el pueblo judío sufrió, y por el pánico que generan los palestinos al acecho.
Israel es el país que jamás cumple las recomendaciones ni las resoluciones de las Naciones Unidas, el que nunca acata las sentencias de los tribunales internacionales, el que se burla de las leyes internacionales, y es también el único país que ha legalizado la
tortura de prisioneros. ¿Quién le regaló el derecho de negar todos los derechos? ¿De dónde viene la impunidad con que Israel está ejecutando la matanza de Gaza? El gobierno español no hubiera podido bombardear impunemente al País Vasco para acabar con ETA, ni el gobierno británico hubiera podido arrasar Irlanda para liquidar a IRA. ¿Acaso la tragedia del Holocausto implica una póliza de eterna impunidad? ¿O esa luz verde proviene de la potencia mandamás que tiene en Israel al más incondicional de sus vasallos?
El ejército israelí, el más moderno y sofisticado del mundo, sabe a quién mata. No mata por error. Mata por horror. Las víctimas civiles se llaman daños colaterales, según el diccionario de otras guerras imperiales. En Gaza, de cada diez daños colaterales, tres son niños. Y suman miles los mutilados, víctimas de la tecnología del descuartizamiento humano, que la industria militar está ensayando exitosamente en esta operación de limpieza étnica.
Y como siempre, siempre lo mismo: en Gaza, cien a uno. Por cada cien palestinos muertos, un israelí.
Gente peligrosa, advierte el otro bombardeo, a cargo de los medios masivos de manipulación, que nos invitan a creer que una vida israelí vale tanto como cien vidas palestinas. Y esos medios también nos invitan a creer que son humanitarias las doscientas bombas atómicas de Israel, y que una potencia nuclear llamada Irán fue la que aniquiló Hiroshima y Nagasaki.
La llamada comunidad internacional, ¿existe?
¿Es algo más que un club de mercaderes, banqueros y guerreros? ¿Es algo más que el nombre artístico que los Estados Unidos se ponen cuando hacen teatro?
Ante la tragedia de Gaza, la hipocresía mundial se luce una vez más. Como siempre, la indiferencia, los discursos vacíos, las declaraciones huecas, las declamaciones altisonantes, las posturas ambiguas, rinden tributo a la sagrada impunidad.
Ante la tragedia de Gaza, los países árabes se lavan las manos. Como siempre. Y como siempre, los países europeos se frotan las manos.
La vieja Europa, tan capaz de belleza y de perversidad, derrama alguna que otra lágrima mientras secretamente celebra esta jugada maestra. Porque la cacería de judíos fue siempre una costumbre europea, pero desde hace medio siglo esa deuda histórica está siendo cobrada a los palestinos, que también son semitas y que nunca fueron, ni son, antisemitas. Ellos están pagando, en sangre contante y sonante, una cuenta ajena.