COMEDORES ESCOLARES | MODELOS DE GESTIÓN ALIMENTARIA
[Diagonal]
Puré de calabaza. Es otoño y, sin embargo, en los comedores de los colegios no suele servirse. En su lugar, los caterings privados que desde hace un tiempo vienen abasteciendo los centros educativos traen empaquetadas desde sus cocinas centrales demasiadas proteínas animales. Fritos, precocinados y carne procesada, la misma que la Organización Mundial de la Salud ha declarado recientemente que, tomada en exceso, aumenta el riesgo de sufrir cáncer de colon. Pero si bien estas empresas de restauración colectiva han asaltado los comedores en estos últimos años con fines especulativos, y a costa de la salud de los más pequeños; madres, padres y profesores de todo el Estado están decididos a tomar la sartén por el mango y recuperar su soberanía alimentaria.Y es que estas empresas no ofrecen productos de temporada, ecológicos ni de proximidad. Tres requisitos que las distintas plataformas y organizaciones de todo el país reclaman que sean incluidos por las comunidades autónomas en su lista de condiciones a la hora de sacar a concurso los comedores de los centros educativos. En Madrid, como en muchas otras comunidades, Educación acredita a una serie de grandes empresas para ofrecer sus servicios a un lote de colegios. “La escuela solo tiene la posibilidad de elegir la empresa dentro de un listado cerrado de ofertantes que no contemplan ninguna de estas demandas porque simplemente no están obligadas por contrato”, cuenta Abel Esteban Cabellos, miembro de la cooperativa Garua y asesor de Fuhem, fundación impulsora del proyecto Alimentando otros modelos.
Gracias a su acción conjunta y a pesar de las trabas burocráticas, han conseguido implantar tres comedores ecológicos en colegios concertados, dos en Madrid y otro en Rivas Vaciamadrid, manteniendo una política de no subida de precios. Así, han contratado empresas para que vuelvan a ocupar estas cocinas y, sobre todo, para que introduzcan progresivamente alimentos de origen ecológico y nacional, al mismo tiempo que crean un menú más saludable. “No se trata sólo de cocinar in situ y sustituir los ingredientes del menú por otros ecológicos. Este año, por ejemplo, hemos incorporado un día al mes sin ningún tipo de proteína de origen animal” explica Abel.En Euskadi ocurre como en Madrid. Los colegios están obligados a utilizar los servicios de las empresas adjudicatarias durante cuatro años sin posibilidad de cambiar, si no se quiere perder la subvención del Gobierno para el menú de los alumnos, algo que ya le ocurrió al colegio Larrabetzu en Vizcaya.
En un ejercicio de desobediencia, el AMPA de este centro lleva años ofreciendo un menú, si bien no totalmente ecológico, elaborado con productos locales por 4,6 euros, la mitad de lo que paga por alumno el Gobierno vasco a las empresas de catering. “Esto demuestra que el principal problema no es tanto la diferencia de precios entre productos ecológicos y los que ofrecen las multinacionales al trabajar con mayoristas, sino los intereses económicos que hay detrás del negocio de los comedores”, cuenta Eneko Vinuela, responsable de Veterinarios Sin Fronteras (VSF) Justicia Alimentaria Global en Euskadi. Dichas empresas, tan sólo siete en el caso de esta comunidad, están siendo investigadas por la Autoridad de la Competencia Vasca por posible fijación de precios a partir de la compra de materia prima más barata y de peor calidad. A pesar de esta sospecha, seis de ellas han vuelto a concurrir en el último concurso público. Ante esta situación, la organización para la que trabaja Eneko promovió el año pasado junto con EH Bildu una Proposición No de Ley aprobada para poner en marcha un proyecto piloto en cuatro colegios públicos con el objetivo de que estos gestionasen sus comedores basándose en los nuevos criterios agroalimentarios. No obstante, aunque muchos colegios ya han presentado sus proyectos a la Consejería de Educación, todavía no ha habido voluntad política por parte del resto de partidos para ponerla en práctica y las experiencias en Euskadi siguen siendo, si bien exitosas como en el resto del Estado, igualmente escasas.
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Foto: Diagonal/David Fernández