El movimiento por la soberanía alimentaria se organiza para desmantelar el poder empresarial y exigir el cambio de sistema
[Artículo publicado en Amigos de la Tierra Internacional]
Ante las crecientes alteraciones del clima, el aumento del hambre, la progresiva apropiación de la democracia por grandes empresas, y las crisis sociales interrelacionadas, el movimiento por la soberanía alimentaria hace un llamamiento a la colaboración con los movimientos populares de todo el mundo. Este llamamiento -en el camino hacia el Foro Mundial de Nyéléni de 2025- rinde homenaje a los pueblos que luchan por sistemas alimentarios más justos, y los une con otros en la lucha mundial por el cambio del sistema.
El primer Foro Nyéléni
En 2007, la aldea de Sélingué, en el sur de Malí, fue sede de un momento crucial en la historia de los movimientos sociales. Más de 500 personas de los cinco continentes, en representación de todos los sectores de la sociedad interesados en cuestiones agrícolas y alimentarias, se reunieron en el primer Foro Mundial por la Soberanía Alimentaria. En creación desde la década de 1990, en esta reunión el movimiento estableció una visión compartida de la soberanía alimentaria y se comprometió colectivamente a hacerla realidad.
El Foro, y la Declaración que se elaboró allí, llevan el nombre de una mujer legendaria de la zona rural de Malí: Nyéléni. Conocida por domesticar el fonio y el samio (cereales autóctonos de la región de África Occidental), Nyéléni fue una mujer revolucionaria que se resistió a la discriminación social, rechazó el matrimonio y trabajó la tierra para convertirse en una mejor agricultora que la mayoría de los agricultores varones de su entorno.
Un movimiento por la soberanía alimentaria creciente
En las últimas dos décadas ha surgido un vigoroso movimiento mundial por la soberanía alimentaria. Este movimiento se basa en las luchas locales, es diverso y ha obtenido un importante reconocimiento político a nivel nacional e internacional. El poder popular como movimiento logró la firma del Protocolo de Cartagena para frenar la ofensiva de los cultivos transgénicos (2003), la reforma democrática del Comité de Seguridad Alimentaria Mundial (CSA) de la ONU para darle voz a la sociedad civil en ese espacio multilateral tan importante para la política alimentaria (2009), y el reconocimiento por las/os expertas/os del CSA de que la agroecología constituye el mejor camino para resolver las crisis ambiental, del hambre, la salud y la desigualdad (2019). El movimiento también consiguió el reconocimiento político de las/os campesinas/os como titulares de derechos mediante la ratificación de la Declaración de las Naciones Unidas sobre los derechos de los campesinos y otras personas que trabajan en las zonas rurales (UNDROP) en 2018. En 2015 se celebró la segunda edición del Foro Nyéléni.
Mayores desafíos para los pueblos y el planeta
Como sucede siempre con la gran astucia del capitalismo para cambiar de forma e intentar cooptar las propuestas radicales, la agroecología ahora corre el riesgo de ser cooptada y de ver reducido su potencial transformador, tanto en el CSA como en otras instituciones. Los espacios multilaterales de gobernanza como la ONU están siendo cooptados cada vez más por el sector privado, que está impulsando iniciativas de “múltiples partes interesadas” en las que los intereses de las empresas dirigen la agenda. El Foro Mundial de la Alimentación, de la FAO, que se celebrará del 16 al 20 de octubre de 2023 en Roma, y la Cumbre de la ONU sobre los Sistemas Alimentarios celebrada en 2021 son un ejemplo de gobernanza por múltiples partes interesadas en materia alimentaria. La cooptación empresarial también se está infiltrando a través de las cumbres climáticas de la CMNUCC y el Convenio sobre la Diversidad Biológica, de la ONU, donde las grandes empresas tienen cada vez más acceso para impulsar ‘soluciones’ basadas en el mercado como la ‘agricultura climáticamente inteligente’, las ‘soluciones basadas en la naturaleza’ y la compensación de emisiones y biodiversidad.
Paralelamente, enfrentamos una crisis del hambre sin precedentes, impulsada por un sistema alimentario industrial mundial que antepone el lucro a los derechos de los pueblos y las personas, sus vidas y el medioambiente. El modelo de agricultura intensiva contribuye a la destrucción ambiental y concentra el poder en manos de unos pocos agronegocios transnacionales, privando a la vez de su soberanía y sus derechos a las/os productoras/es de pequeña escala, por ejemplo su derecho a guardar, compartir y cultivar semillas. La FAO calcula que entre 690 y 783 millones de personas pasaron hambre en el mundo en 2022, una cifra que se vio agudizada por el cambio climático, los trastornos económicos por la pandemia de Covid-19 y los conflictos militares en todo el mundo. Esta crisis alimentaria se superpone con el aumento de la deuda, la pobreza y el auge de las fuerzas políticas de derecha en todo el mundo. Las comunidades vulnerables -especialmente las/os agricultoras/es de pequeña escala, las/os trabajadoras/es rurales, los Pueblos Indígenas, los pueblos y personas racializadas, migrantes y las mujeres- sufren y enfrentan los peores impactos de estas crisis, y son los primeros objetivos de la persecución política.
Nyéléni amplía el movimiento
Esta interconexión de crisis está empujando a los movimientos sociales a mirar más allá de sus agendas específicas y explorar dónde pueden trabajar juntos contra las fuerzas conservadoras y empresariales. Las luchas por la soberanía alimentaria, la justicia climática, la salud, los derechos de las/os trabajadoras/es y la justicia de género están profundamente ligadas y tenemos que forjar lazos.
El nuevo proceso de Nyéléni reunirá a estos movimientos para hacerle frente al desmantelamiento de la democracia y al auge de la extrema derecha, en un espacio para coordinar “análisis y posiciones, visibilizar luchas y resistir su criminalización, fortalecer vínculos de solidaridad, construir acuerdos programáticos y acordar acciones, para transformar los sistemas alimentarios y nuestras sociedades”. El proceso incluirá consultas democráticas a nivel regional y culminará en un Foro Mundial en 2025 en India.
Nyéléni sigue siendo un vigoroso símbolo de esta convergencia de movimientos. Como mujer joven campesina, su historia no es solamente sobre la alimentación o la agricultura. Refiere a la lucha por los derechos de las mujeres, contra la opresión basada en la edad, la clase o el color de piel. Es sobre la fortaleza frente a la adversidad. Somos más fuertes cuando unimos nuestras manos en la lucha por desmantelar el poder empresarial y lograr el cambio de sistema.
Imagen: primer Foro Nyéléni en Malí. Créditos: Tineke D’Haese