El pasado 1 de mayo ha entrado en vigor el acuerdo comercial entre la Unión Europea y Nueva Zelanda,que incluye la eliminación de los aranceles sobre la carne de cerdo, el vino y el vino espumoso, el chocolate, los productos de confitería y las galletas, así como la reducción significativa de los requisitos y procedimientos. La Coordinadora Europea Vía Campesina (ECVC), por su parte, ha exigido la regulación del mercado y el fin de los Tratados de Libre Comercio.
"Son las grandes empresas agrícolas las que se benefician de los TLC y de la inclusión de la agricultura en la Organización Mundial del Comercio (OMC)", ha sentenciado ECVC. Los impactos reales del libre comercio para la mayoría de l@s campesin@s están siendo tergiversados a medida que "los responsables políticos se someten a la voluntad de los grupos de presión de la agroindustria". Estos tratados y las normas de la OMC "sólo sirven para reducir lo más posible los precios, sin tener en cuenta los costos para el bienestar y la salud de l@s campesin@s y l@s ciudadan@s, ni el impacto sobre el clima y la biodiversidad".
Los grupos más afectados por estos tratados de libre comercio son l@s campesin@s y trabajadores agrícolas, señala ECVC, y los precios al productor "se ven afectados negativamente". Los datos de la UE muestran que las políticas agrícolas actuales basadas en la OMC y los TLC han provocado la pérdida de puestos de trabajo en el sector agrícola.
Las pocas medidas concretas que se han introducido o propuesto para abordar las causas profundas de las preocupaciones de lxs campesinxs (como el observatorio de precios y costos y la discusión sobre una posible revisión de la directiva UTP sobre prácticas comerciales desleales) "no pueden implementarse exitosamente dentro de este paradigma de libre comercio". La situación de l@s campesin@s "no mejorará si la política de la UE sigue obligándolos a producir lo más barato posible para competir en los mercados globales".
ECVC considera "absurdo e incoherente ver que las instituciones de la UE siguen insistiendo en que enviar alimentos que podrían producirse localmente de un lado al otro del planeta sigue siendo una opción viable. Este enfoque obliga a l@s campesin@s a competir entre sí y valora producir tanto como sea posible, lo más barato posible, en lugar de apuntar a reducir el impacto medioambiental del sector agrícola y hacer la transición hacia modelos agroecológicos que sean sostenibles y respeten nuestros recursos naturales limitados".
ECVC ha hecho un llamamiento a toda la sociedad civil de la UE a unirse al movimiento más amplio de oposición al actual paradigma de libre comercio. "Es hora de reformar radicalmente el comercio agrícola en coherencia con el respeto del derecho internacional, como la Declaración de las Naciones Unidas sobre los derechos de los campesinos y otras personas que trabajan en zonas rurales (UNDROP), los objetivos climáticos y la Convención sobre la diversidad biológica y con el Derecho internacional de los derechos humanos".