La Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) ha hecho público el informe «La situación de las mujeres en los sistemas agroalimentarios», en el que "proporciona los datos más recientes, las lecciones aprendidas y las recomendaciones para los encargados de formular políticas y tomar decisiones sobre el género en los sistemas agroalimentarios.".
El informe constata, en primer lugar, que, a nivel mundial, el 36% de las mujeres y el 38% de los hombres que trabajaban lo hacen en sistemas agroalimentarios. En ambos casos, esto representa una disminución de unos 10 puntos porcentuales desde 2005, motivada casi exclusivamente por la reducción del empleo en la producción agrícola primaria.
Las mujeres, además, "tienden a desempeñar funciones que se consideran secundarias y a tener peores condiciones laborales que las de los hombres (irregulares, informales, a tiempo parcial, de escasa cualificación, laboriosas y, por lo tanto, precarias)". Junto a ello, tienen, además, una mayor carga como cuidadoras no remuneradas, lo que limita sus oportunidades de educación y empleo.
Esta situación les ocurre tanto a las que trabajan en la producción agrícola primaria, cuyos salarios y productividad son sistemáticamente más bajos que los de los hombres, como a las que trabajan en los segmentos no agrícolas de los sistemas agroalimentarios, donde su labor se desarrolla fundamentalmente en las posiciones de nivel inferior.
Asimismo, "el acceso de las mujeres a tierras, insumos, servicios, medios financieros y tecnología digital —fundamental para trabajar en los sistemas agroalimentarios— sigue siendo inferior al de los hombres". De hecho, el informe califica de "alarmante" lo "poco que se ha cerrado la brecha en relación con el acceso de las mujeres a los servicios de extensión, el riego y la propiedad del ganado en el último decenio, aunque es alentador que se esté reduciendo la brecha en cuanto a su acceso a servicios financieros, Internet móvil y teléfonos móviles".
Las mujeres -y las niñas- son víctimas también de todo un conjunto de normas sociales discriminatorias. La FAO certifica que "las actitudes hacia el trabajo de las mujeres fuera del hogar, la aceptabilidad de la violencia de género y otras normas que afectan a los medios de vida de las mujeres en los sistemas agroalimentarios siguen siendo peligrosamente restrictivas en gran parte del mundo".
Igualmente, las situaciones negativas excepcionales perjudican en especial a las mujeres. Durante la pandemia de la COVID-19, la inseguridad alimentaria aumentó más rápido en el caso de las mujeres, y las pérdidas de empleo tanto en la producción agrícola primaria como en los segmentos no agrícolas de los sistemas agroalimentarios fueron mucho más acusadas en la población femenina que en la masculina. "Las mujeres se vieron obligadas a agotar sus activos y ahorros, más limitados, antes que los hombres. Durante las perturbaciones climáticas, el hecho de que las mujeres tengan recursos y activos más limitados reduce su capacidad de adaptación y resiliencia".
Descargar informe completo