Más de 130 académicos vascos firman un manifiesto contra la reindustrialización armamentística

Más de 130 académicos vascos han firmado el manifiesto ‘La reindustrialización armamentística no es el camino’. Denuncian que «apostar por el sector armamentístico como elemento tractor de la economía de Euskal Herria es, simple y llanamente, una aberración».

Más de 130 académicos vascos firman un manifiesto contra la reindustrialización armamentística

[naiz:]

Como consideran que apostar por el sector armamentístico como tractor de la economía de Euskal Herria es «una aberración», más de 130 académicos vascos han firmado el manifiesto ‘La reindustrialización armamentística no es el camino’, que ya se puede respaldar en internet.

Según han señalado a través de una nota hecha pública, muchos de ellos firmaron el documento ‘Euskal Herria PostCovid-19’ hace cinco años y han decidido «volver a la palestra para denunciar que invertir en la industria armamentística no es una opción por un sinfín de razones éticas, ambientales, económicas y sociales».

Un desarrollo «asentado sobre la muerte»

En el manifiesto que han firmado, que se adjunta en castellano y euskara, se tilda de «aberración» apostar por el sector armamentístico como tractor de la economía de Euskal Herria, ya que «plantea un desarrollo económico asentado sobre la muerte de miles de personas, o el genocidio de diferentes pueblos, y va en contra del sustrato ético del pueblo vasco. Apostar, como se está haciendo desde Europa, por la securitización del mundo, no hace sino mantener el statu quo de las grandes potencias geopolíticas y seguir devorando los recursos naturales del planeta».

En su opinión, «las políticas que impulsan las administraciones públicas deben incorporar, y de hecho en mayor o menor medida lo hacen, principios, valores y orientaciones éticas. Se trata de un claro ejemplo, de cómo el interés general, los principios éticos y de responsabilidad social deben limitar y reconducir la maximización de beneficios como principio rector principal».

Califican de «enorme contradicción» que el Gobierno de Lakua «apueste por eliminar cualquier principio ético o de responsabilidad social apoyando la industria militar».

El texto añade que «pensar que la inversión en el sector armamentístico tendrá consecuencias positivas solo es comprensible desde una mirada miope e insolidaria, no acorde con los tiempos, y mucho menos con las necesidades del planeta, y en nuestro caso, de la ciudadanía de Euskal Herria».

Los firmantes consideran que «apostar por la economía de guerra es decir sí al incremento astronómico de gasto público en defensa. Evidentemente, ello supondría una menor aportación e inversión pública a la necesaria transición socio-ecológica y la descarbonización de nuestra economía».

Por todo ello, hacen un llamamiento «a la reflexión general de la población y, en especial, la de los responsables políticos, institucionales, económicos, sindicales y sociales». Están convencidos de que «otro modelo económico socialmente más justo y ecológicamente más sostenible es sin duda posible. Depende en gran parte de fijar las estrategias económicas alineadas con las necesidades del presente y el futuro».

Entre los firmantes, figuran decenas de economistas y personalidades del mundo académico como Mariluz Esteban, Imanol Zubero, Jule Goikoetxea, Unai Pascual, Patxi Zabalo, Iban Zaldua, Estitxu Garai, Igor Ahedo, Iñaki Lasagabaster, Miren Ortubay, Ramon Zallo, Iosu Amezaga, y Olatz Arbelaitz.

Si bien en este momento son 133 las personas firmantes, hacen «un llamamiento al resto de la comunidad científica y académica del conjunto de Euskal Herria para que se sume a esta iniciativa y poder abrir así el debate social necesario que la gravedad del tema requiere».

Apuesta de Zedarriak y Lakua

La postura recogida en este manifiesto contrasta con la mantenida por el foro empresarial Zedarriak, criticada precisamente en el documento, y cuyo presidente, en la presentación de su informe anual el pasado enero, señaló que veía «una fantástica oportunidad» en la industria militar, para lo que pidió abrir un debate en Euskal Herria

Un diagnóstico compartido por el consejero de Industria del Gobierno de Lakua, Mikel Jauregi, quien apostó por realizar ese debate «con las recomendaciones que propone».

Estos llamamientos a apostar por la industria militar se están sucediendo a pesar de que su peso se ha multiplicado en la economía vasca, hasta el punto de que las empresas y entidades de Hego Euskal Herria vinculadas a este sector se han triplicado en veinte años, tal y como se recoge en el libro ‘Conversión de la industria militar en Euskal Herria para no fabricar más guerras’, obra del colectivo Gasteizkoak.

MANIFIESTO

La reindustrialización armamentística no es el camino

Hace cinco años, más de 700 personas pertenecientes al ámbito académico de Euskal Herria, firmamos el denominado manifiesto “Euskal Herria PostCovid-19” en el que abogábamos por una economía ecológica en Euskal Herria.

Estábamos preocupados por el origen y las consecuencias de la pandemia, por su clara relación con un modelo económico depredador de la biodiversidad y de los recursos naturales, y, convencidos de que nos encontrábamos en medio de una crisis global multifactorial. Propusimos líneas de intervención concretas para transitar hacia un nuevo modelo con base en la economía ecológica para alinear el tejido socio-económico hacia el desarrollo de “una sociedad más sostenible y equitativa, basada en valores positivos de respeto hacia la naturaleza y todas las personas”.

Cinco años después, el panorama global no puede ser más desolador. El pasado 2024 ha sido el año con la temperatura más alta registrada de la historia, habiendo superado el límite de los 1,5 grados fijados como objetivo de referencia en la Cumbre de Paris del 2015. Por si ello fuera poco, vemos, como cada vez más gobiernos, incluida la nueva administración de EEUU, dan la espalda a los compromisos medio ambientales adquiridos; mientras, el negacionismo sobre la crisis climática avanza cual mancha de petróleo vertido en el mar. Todo ello tiene dramáticas consecuencias, sobre todo para las personas y regiones del mundo más vulnerables, aquellas que menos responsabilidad tienen sobre la crisis socio-ecológica. La necesidad de invertir el rumbo y apostar por un nuevo modelo socio-económico es, por tanto, más urgente y necesario que nunca.

En este contexto, es innegable la necesidad de una profunda transformación de nuestro tejido productivo y empresarial, una verdadera reconversión y reestructuración que nos permita establecer las bases de ese desarrollo, sostenible en lo ecológico y justo en los social. Habrá que replantearse el qué producir, cuánto producir y cómo producir; y establecer las bases y los medios oportunos para realizar tal transformación. Lo cual sin duda exigirá un inmenso esfuerzo colectivo para gestionar adecuadamente las fricciones que en lo sectorial, laboral, territorial o medioambiental puedan surgir a lo largo del proceso.

Por ello, y haciendo nuestra una vez más la expresión de pensar globalmente y actuar localmente, quienes suscribimos este documento volvemos a la palestra para alertar sobre lo que puede ser un grave error para el devenir de Euskal Herria.

Hemos leído con asombro que el foro económico “Zedarriak” ha planteado a principios de 2025 abordar el debate sobre las posibilidades que ofrece l sector de la industria armamentística, llamada eufemísticamente “industrial de la defensa”, como elemento clave para la tracción de un nuevo proceso de reindustrialización en nuestro país. Nuestro asombro se ha convertido en perplejidad e indignación cuando responsables institucionales se han sumado a esta idea y cuando, por ejemplo, el Vicelehendakari de Trabajo y Empleo, representando al Gobierno Vasco, se ha posicionado a favor de dicha opción. Si bien debatir sobre todas las ideas debería ser un ejercicio razonado y razonable, nos asombra sobremanera que éste se vea como algo prioritario para la sociedad vasca.

Cuando los límites planetarios están siendo excedidos gravemente y cuando la necesidad de establecer el guion y pasar a la acción para lograr una transición socio-ecológica (y energética justa), es más urgente y necesario que nunca, ¿la industria militar debe ser nuestra punta de lanza de una nueva estrategia industrial? ¿Es esa, de verdad, la aportación de nuestra sociedad y nuestro modelo económico a la transición eco-social? ¿Es esa la herencia que deseamos dejar a las próximas generaciones?

Invertir en la industria de la guerra no es una opción por un sinfín de razones éticas, ambientales, económicas y sociales. Apostar por el sector armamentístico como elemento tractor de la economía de Euskal Herria es, simple y llanamente, una aberración. Plantea un desarrollo económico asentado sobre la muerte de miles de personas, o el genocidio de diferentes pueblos, y va en contra del sustrato ético del pueblo vasco. Apostar, como se está haciendo desde Europa, por la securitización del mundo no hace sino mantener el statu quo de las grandes potencias geopolíticas y seguir devorando los recursos naturales del planeta.

Las políticas que impulsan las administraciones públicas deben incorporar, y de hecho en mayor o menor medida lo hacen, principios, valores y orientaciones éticas. Se trata de un claro ejemplo, de cómo el interés general, los principios éticos y de responsabilidad social deben limitar y reconducir la maximización de beneficios como principio rector principal. Cualquier estado social que se precie de ello ya lo hace en numerosos ámbitos: en servicios sociales como educación o salud, en prestaciones de rentas, vivienda de protección social, etc…. Por ello, no es consistente, además de suponer una enorme contradicción, que tal y como comentábamos anteriormente, el Gobierno Vasco apueste por eliminar cualquier principio ético o de responsabilidad social apoyando la industria militar y, en paralelo, comunicar eslóganes tipo “Economía al servicio de las personas”, “empresas con valores, sociedades con futuro” o repetir una y otra vez que estamos comprometidos con “los objetivos de desarrollo sostenible”. De hecho, dicha apuesta supondría dejar sin efecto muchos de los compromisos adquiridos en esa dirección. ¿Cómo es posible que no se sonrojen los responsables institucionales tirando por la borda años de discurso institucional y compromisos en defensa del medio ambiente? ¿Vamos a convertirnos en participes de la ola reaccionaria y negacionista del cambio climático, olvidando cualquier tipo de compromiso ético y medioambiental que como generación y parte de este planeta nos corresponde?

Apostar por la economía de guerra es decir sí al incremento astronómico de gasto público en defensa. Evidentemente, ello supondría una menor aportación e inversión pública a la necesaria transición socio-ecológica y la descarbonización de nuestra economía, tanto de la industrial como de la movilidad, gran talón de Aquiles de dicha descarbonización.

Apostar por fomentar la industria de la guerra supone optar por la reducción del gasto social y, por tanto, de aquellas inversiones necesarias para mejorar la sanidad, la educación o el necesario sistema público de cuidados. Pensar que la inversión en el sector armamentístico tendrá consecuencias positivas sólo es comprensible desde una mirada miope e insolidaria, no acorde con los tiempos, y mucho menos con las necesidades del planeta, y en nuestro caso, de la ciudadanía de Euskal Herria.

No entendemos la economía como pinzas que enganchan las cadenas de acumulación monetaria, sino como el tejido que sostiene la vida y ayuda a la consecución de una sociedad más justa, más inclusiva, más igualitaria y más sostenible.

Por todo ello, llamamos a la reflexión general de la población y, en especial, la de los responsables políticos, institucionales, económicos, sindicales y sociales. Avanzar en esa dirección es precipitarnos por el abismo. Atrás quedó la pandemia de la COVID19, pero estar armados hasta los dientes no será la solución para defendernos de posible nuevas pandemias y mucho menos de la crisis climática. No nos dejemos inocular el miedo y no nos dejemos arrastrar por la ola reaccionaria y bélica que socava la ética y las oportunidades de desarrollo humano. Otro modelo económico socialmente más justo y ecológicamente más sostenible, es sin duda posible. Depende en gran parte en fijar las estrategias económicas alineadas con las necesidades del presente y el futuro.