“No puede haber una comida para ricos y otra para pobres” [Esther Vivas Esteve]

[Emili González | Diari de Terrassa]

Cada año se tiran en España 7,7 millones de toneladas de alimentos en buen estado, según el ministerio de Agricultura. El desperdicio de comida que bien podría acabar en el plato es un problema que ha estudiado en profundidad Esther Vivas, periodista e investigadora en movimientos sociales y políticas agrícolas. La experta, que pasó por Terrassa hace unas semanas con tal de tomar parte en el Ecofòrum, también ha analizado el cambio de hábitos en la mesa que han experimentado muchas familias a raíz de la crisis.

¿Hasta qué punto el contexto actual ha modificado la forma de comer de los catalanes?
Hay una espiral que vincula la crisis económica con la alimentaria. Si estás en paro y no tienes dinero, e incluso puede que te desahucien, cuentas con menos poder adquisitivo para comprar comida. De hecho, el CIS indica que un 40% de las familias han cambiado de hábitos alimenticios con tal de ahorrar. En general, tener menos recursos económicos hace que la nutrición sea peor y que las personas compren menos productos saludables, que a la vez son los más caros.

¿Qué consecuencias acarrea este cambio de hábitos?
Que hoy, el tipo de alimentación que seguimos sea un aspecto vinculado a un tema de clase social. Y nutrirse bien no tiene que depender de nuestro bolsillo, sino que debe ser un derecho accesible para todos. No puede haber una comida para ricos y otra para pobres. Además, una mala alimentación está relacionada con enfermedades como la obesidad, la diabetes de tipo dos o incluso determinadas clases de cáncer.
Usted comenta que el modelo de producción y distribución agroalimenticio ha variado mucho desde los años setenta. ¿A qué se debe este proceso tan rápido?
A un capitalismo que hace negocio con cada uno de los ámbitos de la vida cotidiana, desde la vivienda a la comida. Además, la famosa globalización también se ha convertido en alimentaria. Es decir, hay un grupo reducido de empresas que controlan desde las semillas que se plantan hasta el proceso de transformación y distribución de los productos. Los grandes supermercados en España, por ejemplo, se concentran en pocas manos. ¿Cuál ha sido la consecuencia? Que hoy, a diferencia de nuestros padres y abuelos, hacemos el 80% de las compras en los súpers. No en tiendas pequeñas. Y terminamos consumiendo mucho más de lo que necesitamos.

¿Es la principal razón del desperdicio de los alimentos?
Es una de las causas. Pero hay más, como que los agricultores venden a menudo sus productos por debajo del precio de coste. Tan es así que con frecuencia les resulta mejor dejar que las frutas u hortalizas se estropeen en el campo. Otras veces, los grandes mercados mayoristas no compran los artículos ya que no son suficientemente “sexis”, es decir, no tienen un tamaño, una forma o unos colores determinados, aunque sean aptos para comer. Aparte, los responsables de los súpers saben que los lineales deben de estar siempre llenos para instar así al consumo. Pero ante tanta abundancia, muchos productos, sobre todo los frescos, se acaban malgastando porque nadie los adquiere.

¿Y qué hay en todo este panorama del sector de la restauración?
En los bares y los restaurantes, el 60% de los alimentos se desperdician debido a una mala planificación general. Un 30% más se desaprovechan al cocinar y el 10% restante corresponde a lo que dejan los comensales en el plato. […]


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Foto: Esther Vivas | Diari de Terrasa