“Estrellas aferradas a las raíces de la selva”. Así llamaba Iñigo a la gente que ayudaba en Colombia y que sufrían el embate de los paramilitares que se querían apoderar de sus tierras. Su acción humanitaria tuvo un precio: el 18 de noviembre de 1999, a las 21:30 horas, la lancha en que regresaba a Quibdó después de recopilar testimonios de las víctimas de las masacres...